El no sentirse del todo linda
Las chicas de mi dígito eran por lo general bonitas. No digo bellas porque no eran perfectas, pero no les importaba y aceptaban filosóficamente los senos grandes o pequeños, las caderas y los rollos que la vida les había deparado.
Hoy parece que no hay mujer libre del flagelo de no sentirse del todo linda. La posibilidad de corregir los excesos o defectos de la naturaleza con un cirujano las abisma frente al espejo, en un crudo inventario de defectos que luego se convertirán en cálculos financieros, y luego en la pesadilla de conseguir el dinero que irá a parar al otro lado del espejo, donde atiende el cirujano plástico.
Un amigo comentaba que el concurso de Miss Universo debería ser sin venezolanas, por la cantidad de operaciones que admiten tener. Como si las otras no hubieran hecho lo mismo…
Hace algún tiempo leí que las japonesas sueñan con corregirse lo que les dio la naturaleza. Suelen tener la mandíbula cuadrada y ancha y entonces se la afinan; suelen tener los ojos rasgados y se aumentan la abertura de los párpados. La nariz, que tanto define una personalidad, parece ser fuente de terror para las muchachas. Tener el tabique convexo o las fosas anchas son "defectos" que pueden liquidar la carrera profesional de quienes los "padecen".
Hoy se ha puesto de moda tener senos turgentes, contundentes. Las mujeres jóvenes sueñan con reafirmarse el busto, y cuando pueden hacerlo, lo exhiben, pero no tanto para los hombres como para las amigas, para sacarles envidia. Cierta vez en Santa Cruz vi una concentración tan estupenda de senos operados que comencé a sudar frío, a respirar entrecortado y a sentir acelerado el pulso. Parecía Superman expuesto a la kriptonita, en este caso, la silicona. Las chicas que ostentaban sus senos con escotes maravillosamente breves primero se los mostraban entre ellas, y a los varones nos ponían en segundo término. Naturalmente, una mujer de senos hermosos no los oculta, los muestra.
Un cirujano amigo cobraba mil dólares por esa cada una de esas esferas que tantos desvelos nos ocasionan. Recuerdo que oficiosamente le pedí rebaja y me ofreció tres tetas a 2.500, una de yapa. Le transmití la oferta a una amiga soñadora y hasta ahora no sabe dónde agregarse el tercer seno. Quizá una buena transa sería yapar con pezones.
¿Cuándo habrá empezado esta manía de no sentirse del todo linda? Antes uno se conformaba con los caprichos de la naturaleza, pero hoy se los corrige a un grado a veces increíble. Tal es el caso de Michael Jackson, que al parecer se provocó un vitiligo para aclarar su piel, como si el color de la canela no fuera de su agrado. El pigmento vaya y pase, pero lo que hizo con su nariz y sus pómulos excede la cirugía estética y se convierte en un capítulo de psiquiatría.
Me duele que Michael Jackson, un artista de semejante magnitud, haga eso con su humanidad. En cambio, tengo disculpas e indulgencias para esas mujeres generosas que se aumentan el diámetro de sus senos y nos provocan estrabismo, pues a una mujer así es imposible mirarla a los ojos.
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