jueves, 30 de abril de 2009
LAS PALABRAS
LAS PALABRAS
Uno está sereno, fumando un pucho, y de pronto sístole, cuadrúpedo, analectas, insípido. El pucho ya en el cenicero y por la ventana trocar Trocadero anapestos trocaico se deciden.
Uno escucha el tango “Uno” y entonces cañafístola, Irpavi, Pitiantuta, comodoro, Piribebuy. La aguja raspa el disco y la voz nasal del argentino deglute, corcovea, periclita, hisopea judíos de Idumea.
No hay remedio contra las palabras. Abro las puertas y carrascosa, puñeta, pateadura, policlínico. La cierro desesperado y alondra, chochamu, paracleto, vencejo.
Peor si tomas, digamos, un San Mateo: sinergia, rabadilla, pancarta y Estocolmo. O si pides maní salado con pasas: pupitre, mandrágora, humectante y Alicante.
Los domingos pasean como ramilletes las preferidas: alelí, visir, iris y damasco. Claro que seguidas por coturno, plafagonio, ptolemaico y pútrido. Cuando no por las jubiladas guirnalda, florilegio, tisú y organdí.
Ah, las pícaras: culicagado, patidifuso, fifí y cogitabundo. Y las saudosas: ayer, bolero, beso, gardenia.
Ah, las modositas: congratulación, plácemes, servidor, museñormío.
Muy señor mío: Olirondo Giverio.
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