Alguien tuvo la gentileza de enviarme un texto maravilloso del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (escritor ibw.com.ni, para quienes deseen escribirle), sobre la luz. Lo hizo motivado por una noticia científica trascendental: la instalación de un acelerador de partículas en Europa, que está en funcionamiento y tiene en vilo a miles de científicos en el planeta.
El poeta, místico y religioso nicaragüense reproduce el poema "El arcoiris", de Edwin Emmanuel Padilla, un niño de 13 años enfermo de cáncer, que dice: "Cuando llueve / sale un lindo arcoiris / y me gustan mucho sus colores, / rojo, amarillo, azul, morado, verde / y si eso no existiera / fuera triste y aburrido." "Este niño ha dicho una cosa muy profunda sin darse cuenta de ello -comenta Cardenal--: que sin la dispersión de la luz no habría colores, sólo la luz blanca del sol, y todo sería blanco y negro, y sería triste y aburrido." Cardenal se refiere luego a ese gran acelerador de partículas en el universo, que generó sucesivamente el sol y los planetas.
Hace cuarenta y cinco millones de años -cuenta Cardenal-- se formó una inmensa nube negra de gas y pequeñas partículas de polvo. El gas era principalmente hidrógeno y helio y el polvo eran metales. La nube giraba y se fue condensando y calentando a millones de grados y empezó a brillar. Ésa es la energía que llamamos luz. Así es que nació nuestra estrella llamada sol, y de la misma nube se formaron también los planetas.
La Tierra era una bola líquida como la lava de un volcán. Los metales más pesados fueron bajando al centro, las capas de piedra más livianas fueron quedando arriba y se fueron enfriando. No había océanos, y la Tierra era sólo roca bajo espesas nubes negras que no dejaban pasar la luz. Las nubes eran principalmente vapor de agua, y comenzó a llover sobre el planeta por miles y miles de siglos, y se empezaron a formar los océanos. Finalmente las nubes ya no fueron tan espesas y dejaron pasar la luz del sol. Por último, sobre esa superficie pelada, la luz y el agua produjeron la vida. Y más tarde la vida inteligente.
La luz es la energía de la vida. Sin luz no habría habido vida. En cierto momento aparecieron seres con una molécula que podía usar la energía de la luz para producir alimento. Luz, agua, dióxido de carbono y algunos minerales era todo lo que se necesitaba para el mantenimiento de la vida, sin que fuera únicamente el estarse comiendo los unos a los otros. Así se produjo la cadena de la alimentación: las plantas creaban comida, y los animales comían las plantas u otros animales y a la cabeza de la cadena estaba el sol.
La luz no sólo creó los primeros organismos vivos, sino que por la fotosíntesis la vida pudo mantenerse con la energía de la luz. Vida y luz son casi la misma cosa. Y es lógico que desde siempre se ha asociado la oscuridad con la muerte.
La luz encierra un arcoiris de colores (el espectro. Más allá de los colores visibles hay otros que no podemos ver nosotros, como los rayos ultravioleta y las radiaciones del infrarrojo, que percibimos sólo como calor.
Establecida la certeza de que la luz generó la vida en el universo, Cardenal dice que la luz fue el principal motivo de que tengamos ojos. Hace millones de años, cuando la vida empezó a evolucionar a formas más complejas, los seres unicelulares pasaron a multicelulares, y unos grupos se aprovecharon de la luz creándose ojos. Muchas especies de unicelulares ya tenían una región especial que reaccionaba al reflejo solar. Había un cambio químico cuando les daba la luz. Los organismos pluricelulares avanzaron más, creándose una especie de lentes rudimentarias con células sensitivas a la luz, con las que podían distinguir mejor sus diversas intensidades y la dirección de donde venía. Los insectos fueron los que desarrollaron ya la verdadera visión. Los seres humanos no sólo tenemos una visión muy desarrollada, sino también la visión en colores. Ello nos permite poder distinguir objetos de forma muy parecida o igual pero que tienen colores diferentes.
Los ojos son sólo una parte de la visión y ésta no consiste sólo en recibir la luz. La luz que ellos reciben se transforma en impulsos nerviosos que son enviados al cerebro. Es allí donde lo que los ojos han recibido se convierte en una visión del mundo que nos rodea. El sistema de la visión humana no sólo son los ojos, sino también el cerebro. Los ojos recogen la luz; el cerebro es el que ve. Los neurofisiólogos consideran a la retina como una prolongación del lóbulo frontal del cerebro.
La luz del sol es blanca pero llena el mundo de colores. Los colores no están en las cosas sino en nuestros ojos, o mejor dicho en nuestro cerebro. Creemos que una amapola es roja, un trigal es amarillo, y unos pinos son verde oscuro. Pero no es que tengan esos colores, sino que los rechazan, y por eso los percibimos nosotros (los demás colores son absorbidos). Si algo es negro es porque en él fueron absorbidos todos los colores y ninguno llega a nosotros.
Hay pueblos que no tienen nombre para un color y se piensa que es porque no lo perciben. En cambio los esquimales tienen muchos nombres para distinguir diferentes clases de nieve, mientras para nosotros sólo hay un mismo blanco. Igualmente los indios campa de la selva peruana tienen muchos nombres para designar diferentes clases de verde. Homero nunca menciona el color azul, por lo que Gladstone sostenía que los griegos no veían ese color. El hecho es que Homero innumerables veces se refirió al mar llamándolo "color de vino" y esto ha generado muchas discusiones, sin que se haya sacado nada en claro, que yo sepa. Yo he encontrado que Sófocles habla de la "hiedra color de vino", y me pregunto si sería que para los griegos el vino no significaba un color determinado, sino una cualidad diferente, como el brillo por ejemplo. Es de notarse que en el hebreo antiguo no existe la palabra abstracta "color", y es una palabra que no está en la Biblia, y no existe en algunas otras lenguas tampoco.
El hecho más curioso de nuestra visión es que toda la multitud de colores se deben sólo a una combinación de tres colores puros. Ya Maxwell se maravillaba de que todas las sensaciones de colores que nosotros tenemos se deben sólo a tres elementos. Y esto sucede también en la fotografía y en la televisión en colores. Cuando una persona no puede ver uno de los tres colores puros decimos que es color-blind. Aunque hay científicos que dicen en un sentido amplio todos somos color-blind, puesto que de una infinidad de colores sólo percibimos tres.
Lo que sigue es fascinante: La verdad es que nos alimentamos de luz. Aunque por ahora la luz no la comemos directamente sino por medio de ese proceso que se inicia con la fotosíntesis y que tiene ya tres billones de años de existir, Teilhard de Chardin ha dicho que la humanidad un día comerá sólo luz. Cuenta cómo una araña deja junto a sus huevos una bola de alimento para que con ella las crías se nutran en la primera fase de su vida. Cuando esa bola se les acaba las nuevas arañas ya pueden valerse por sí mismas. Igualmente nosotros, dice él, en esta primera etapa nos alimentamos de los alimentos naturales (plantas y animales) que la Madre Tierra nos ha dejado. Pero algún día en un futuro lejano esa alimentación tan rústica y primitiva se habrá agotado (manzanas, vacas, truchas, trigo, maíz) y entonces nos alimentaremos directamente de luz solar.
La luz no tiene por qué no tener todos los sabores de los alimentos naturales que de ella proceden, y aún muchos más. Igual que la luz contiene todos los diversos colores de este mundo (tan colorido) que nosotros vemos, y otros más que no vemos.
Como es místico, Cardenal usa estos conceptos científicos para volver al Evangelio de San Juan, cuando dice que en Cristo estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad"; o cuando Cristo dice: "Yo soy la luz del mundo, el que me sigue tendrá la luz que da vida, y nunca andará en la oscuridad". Y entonces, se pregunta: "Al menos, con lo que por la ciencia moderna sabemos sobre la luz, ¿no encontramos más claridad en estas palabras?"
miércoles, 23 de septiembre de 2009
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