miércoles, 23 de septiembre de 2009

Las Calaveras mexicanas

Noviembre es el mes de los muertos, con una intensidad bastante
uniforme entre los pueblos de nuestra América. México se lleva la flor
porque es como un lente de 120 millones de aumento. Como en toda
América indígena, la fiesta es un viento fuerte que permea la vida
social. Y naturalmente el Día de Muertos amplifica la relación que
tenemos con ese otro lado de la vida, que es la muerte, el espacio de
la Ñatita, o la Tiznada o cuántos otros apelativos.

Desde el 1º de noviembre, la vida en México parece redoblarse con la
presencia de las calacas: esqueletos hechos de papier maché en
actitudes vitales como cantar, bailar, platicar o enamorar,
debidamente vestidos con trajes típicos de cada región.

Parte del rito son las Calaveras: diversas formas del verso castellano
que hablan de personajes vivos como si estuvieran muertos. Son versos
satíricos que se burlan de la muerte y que circulan en hojas sueltas,
en impresos o en periódicos, como en nuestras Alasitas. Veamos unos
ejemplos de La guerra de las Calaveras, hoja suelta que circuló en
noviembre de 1857, propiedad de Mateo Rodríguez. Dice así: Vamos a
llorar al hueso, / al panteón con sus velitas,/ A los responsos y
rezos / por las santas animitas. / Miren cuántas calaveras / todas de
hombres y mujeres, / ya sin dientes y sin muelas / por sus malos
procederes. / (Hablan los hombres): Calaveras las mujeres, / las
Petras y Margaritas, / Ignacias y Carmelitas / son de malos
procederes; / ventajosas las Mercedes, / Las Gualupes ¡Ah, qué acedas!
/ son palabras verdaderas, / todas con calaveritas, / las Antonias por
groseras, / al panteón con sus velitas. / (Contestan las mujeres):
Calaveras los Antonios / porque son enamorados; / desabridos y salados
/ los Onofres y Gorgonios, / no son falsos testimonios / pues los
Pedros son llamones / muy borrachos los Ramones; / ¡Mujeres! En su
proceso, / que se acaben las cuestiones: / a los responsos y rezo. /
(Dicen los hombres): Calaveras las Marianas / por locas y presumidas,
/ las Dolores, por lamidas, / y cautelosas las Juanas; / las luces y
Victorianas / no tienen comparación, / alegres de corazón / picudas
calaveritas / cantan el Kirie-leisón / por las santas animitas.
(Contestan las mujeres): Calaveras son los Juanes / porque son
desagradables / y los Pablos miserables, / los Lorenzos barbajanes, /
desgraciados los Julianes, / los Franciscos tracaleros / los Martines
usureros. / Hoy les dice Don Tereso: / --Todos juntos, compañeros, /
vamos a llorarle al hueso. / (Inician los hombres): Calaveras las
Anitas, / las Teodoras y Agustinas, / Adelaidas y Rufinas, / ¡Ah, qué
malas alhajitas! / ¡Qué coquetas son las Ritas, / las Choles
menesterosas! / las Manuelas por babosas / no merecen ya ni un beso /
las Refugios, por melosas, / vamos a llorarle al hueso.

Las Calaveras son fiestas inagotables que usualmente van acompañadas
de grabados, como los que hizo famosos el insuperable José Guadalupe
Posada, maestro de maestros. ¡Ay, sí, cómo no!

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